La única moneda de cambio es la vida
que se entrega a unos, a otros,
en detrio de promesas desvaidas,
que priman en seres altivos.
El único Dios que dirime, es uno mismo,
entre miles que a él se anexionan,
donde, el único paraíso que existe,
son las personas.
Aquí la eternidad es lo cotidiano,
la sencillez se magnifica,
el impío tiende la mano,
Y la esperanza-y lo que implica-
que otrora fuera en vano,
son el cisma, faro que guía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario